lunes, 24 de mayo de 2010

Otra líder que nos entiende

Sobre los retos que Colombia tiene que superar para garantizar la vigencia de los derechos humanos y buscar la paz, la ex presidenta irlandesa identifica tres grandes obstáculos: las Farc, el narcotráfico como fuente de financiación del terrorismo y la actitud del presidente Chávez.

Como presidenta de Irlanda (1990-1997), la abogada Mary Robinson impulsó el proceso de paz con el Ira. Entre los años de 1997 y 2002, como comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, participó en la reforma que amplió la base de países miembros del Consejo y protagonizó intensas polémicas. Retirada de la política y de la burocracia internacional, esta activista, que hoy tiene 66 años, se radicó en Nueva York, donde preside la organización Realizing Rights, de defensa de los derechos de las minorías.

Doña Mary Robinson y sus delegados en Colombia, los suecos Anders Kompass y Michael Frühling, actuaron en un complejo momento de nuestra historia. Entonces, discrepamos de enfoques que eran incapaces de interpretar la situación de un Estado democrático que intentaba contener a una guerrilla financiada por toda clase de ingresos ilegales, que abusaba de la voluntad de paz del país y mentía al mundo apoyándose en una eficaz maquinaria propagandística en la que se conjugaban agentes viajeros (fellow travelers) con ingenuos periodistas y políticos. Ahora, en entrevista con El Colombiano, la ex comisionada modifica aquel enfoque y aporta buen criterio para entender al país.

Su rectificación es oportuna y precisa: “Debo reconocer que cuando el presidente Álvaro Uribe llegó al poder, me preocupaban ciertas afirmaciones y actitudes, como la de utilizar la fuerza militar como la única salida al conflicto armado de ese país. Pero admito que Colombia ha avanzado mucho en el tema de derechos humanos. Las investigaciones abiertas a funcionarios públicos y políticos por supuestos nexos con grupos paramilitares son una forma transparente de hacer las cosas”. Mejor no se puede resumir el empeño del gobierno y la justicia por enfrentar a los violadores de derechos humanos y valorar éxitos que es imposible ocultar o minimizar.

Interrogada sobre los retos que Colombia tiene que superar para garantizar la vigencia de los derechos humanos y buscar la paz, la ex presidenta irlandesa identifica tres grandes obstáculos: las Farc, el narcotráfico como fuente de financiación del terrorismo y la actitud del presidente Chávez. Que una autoridad tan apreciada en los círculos políticos internacionales así lo señale, es un espaldarazo a la que tiene que ser una firme política exterior que rechace las principales amenazas a la vida y la libertad de los colombianos.

Como poco tenemos que agregar a la declaración de la dirigente en el sentido de que “grupos como las Farc no son viables en estos momentos” porque su actuar terrorista y las violaciones a los derechos humanos son inaceptables, nos queda como colombianos pedir a nuestro Gobierno que exija del mundo reconocer esa condición y darle al pueblo colombiano el reconocimiento de víctima de los terroristas de las Farc.

En sus realistas apreciaciones sobre la realidad colombiana la señora Robinson también aporta conceptos que permiten evitar equívocos sobre la forma de solucionar el conflicto en Colombia. Y aunque confirma su preferencia por el diálogo para alcanzar la paz, reconoce que “para hablar siempre es necesario un interlocutor y si ese interlocutor no está dispuesto como lo han demostrado las Farc en los últimos años va a ser muy difícil abrir nuevamente esa posibilidad”. Como colombianos tenemos que demandar del Gobierno toda la firmeza para seguir combatiendo el narcoterrorismo hasta conseguir que deje de ser amenaza para la paz entre los colombianos.

En la condena que a buena hora hace de las Farc como organización terrorista y contumaz, la señora Robinson aborda también uno de los aspectos que mejor tipifican a ese grupo, que es su condición de narcotraficante, una práctica en la que confluye con otros terroristas del mundo que encontraron en ese negocio “una fuente de financiación de los grupos armados”, en el que “quienes sufren las consecuencias siguen siendo las sociedades”: las productoras por las guerras que acompañan al tráfico de drogas, las consumidoras, por el daño a los más jóvenes y la estructura social.

En las nuevas coincidencias en que nos encontramos con la ex comisionada de Derechos Humanos, están las dudas que abre sobre el presidente Chávez, a quien con mucha prudencia critica porque “sataniza por satanizar, simplemente si algo no es de su gusto, no es bueno para su país” pero sobre todo del que duda porque “en Venezuela hay denuncias de la prensa y diversos organismos sobre una difícil situación de derechos humanos, ojalá cambie”. Sin sumarse a las denuncias internacionales sobre su cercanía con las Farc, deja abiertos interrogantes sobre las actuaciones del coronel-presidente que recogen los de los colombianos y los expertos internacionales.

Hace pocos años saludamos el cambio de perspectiva de Pax Christie Internacional frente a las Farc, dirigido por doña Liduine Zumpolle, que sigue siendo ejemplar activista por la vigencia de los derechos humanos en Colombia. Hoy nos es grato dar la bienvenida a doña Mary Robinson como integrante del equipo de conocedores de la situación del país que contribuyen a que el mundo entienda al pueblo colombiano y condene a los verdaderos responsables de las ignominias a que ha sido sometido.

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